Siempre es necesario recordar a quienes partieron de este mundo y dejaron su huella. Recordar a una vecina, amiga con quien compartimos la adolescencia y los tiempos de Los Beatles, el despertar de la nueva ola y el nuevo canto chileno. Hoy la recuerdan sus amigos y principalmente su hija, Gladys hoy profesora y se desempeña Inspectora General de un establecimiento educacional público.
Se fue de este mundo disfrutando su paso terrenal, no se quejó de nada y dio gracias al Creador al partir hacia el palacio Celestial por lo recibido en tierra.
Su juventud la vivió a “concho”, en tiempo en que un beso era algo sublime y se pedía permiso a los padres para pololear, en tiempos en que los choferes de la locomoción colectiva abrían la puerta trasera para subir y se hacía correr el dinero desde el fondo hacia el chofer, pasando de mano en mano por los pasajeros, para pagar el pasaje devolviendo el boleto y el vuelto por el mismo sistema.
El respeto por los demás era único, manteniéndolas diferencias de pensamiento religioso, deportivo, político y social.
Curso sus estudios y luego a la casa, hasta que conoció a Fernando Días Durán, conductor de micro que le robó el corazón; a Fernando le pasó lo mismo y el enlace matrimonial fue fecundo.
Del fruto de este amor nació Gladys Luisa Díaz Salinas, hoy profesora que la recuerda y la mantiene viva en una parte de su corazón junto a su padre Fernando.
Mis cariños para Gladys Luisa y a su madre, Gladys Salina Altamirano, que desde alguna parte del Universo infinito la estará mirando y protegiendo.
Gladys Salinas Altamirano falleció un día 7 de marzo de 2015, un día antes de cumplir 71 años y si bien dejo un vacío difícil de llenar, lo suple todo el cariño entregado en vida.