Señor Director:
La renuncia de Alberto Undurraga a la presidencia de la Democracia Cristiana, tras la decisión de su partido de respaldar la candidatura presidencial de Jeannette Jara, es mucho más que un gesto político. Es una señal de coherencia en tiempos en que esa virtud escasea.
Undurraga no se fue por capricho ni cálculo. Se fue por principios. Porque entendió que hay límites que no se deben cruzar, incluso cuando la mayoría lo haga. Porque comprendió que ser leal a una historia, a un electorado y a una identidad política vale más que aferrarse a un cargo a cualquier precio.
En medio de una política cada vez más dominada por pactos sin alma y convicciones desechables, su paso al costado no es una derrota, sino un acto de dignidad. Y por eso merece ser reconocido.
Atentamente,
Christian Slater E.
Coronel (R) del Ejército de Chile.
Un patriota sin partido político.