
Hoy, 10 de mayo, no solo celebramos el amor de madre, sino la fuerza silenciosa que sostiene hogares, impulsa la economía local y transforma barrios. En Maipú, las madres son mucho más que el corazón del hogar: son el pilar de una comunidad que crece gracias a su tenacidad. Las vemos en las ferias libres, en las reuniones de los Centros de Madres, en los talleres de emprendimiento o liderando proyectos sociales. Son mujeres que, con sus manos callosas y su risa cálida, construyen redes de solidaridad que ningún discurso político podría igualar. Su trabajo colectivo y su capacidad de transformar realidades con amor y solidaridad.
El rol de una madre trasciende la crianza. Es un “acto revolucionario de amor intergeneracional”: son ellas quienes enseñan a leer a sus hijos, cuidan a los nietos mientras sus hijas trabajan, y guardan en sus arcas historias que dan identidad a un pueblo. Su afecto no conoce límites —ni de tiempo, ni de cansancio—. ¿Acaso hay algo más poderoso que el abrazo de una madre después de un día difícil?
Pero su labor muchas veces es invisible. No hay estadísticas que midan las noches en vela, los platos de comida compartidos con vecinos en necesidad, o las horas dedicadas a proyectos comunitarios que hoy dan frutos. Por eso, este día es un recordatorio urgente: “Maipú lleva su nombre”. En cada plaza limpia, en cada sede social, en cada niño que aprende valores, ahí está su legado.
Que este no sea solo un día de flores y felicitaciones, sino de “reconocimiento concreto”. Apoyemos sus emprendimientos, valoremos su trabajo no remunerado, y sigamos aprendiendo de su capacidad para organizarse y resistir. Como decía Gabriela Mistral: “El futuro de los niños es siempre hoy. Mañana será tarde”. Las madres de Maipú lo saben, y por eso actúan sin esperar.
¡Feliz Día a todas las madres, las de sangre y las de corazón! Que su ejemplo siga siendo semilla de un Maipú más unido y humano.