No es fácil entender la política hoy. El centro político, otrora columna vertebral de los grandes acuerdos, parece desdibujado. Y, sin embargo, asistimos al curioso espectáculo de ver a casi todos los candidatos —incluso los de la derecha más dura— haciendo guiños al ideario socialdemócrata.
En medio de esa confusión, hay una candidatura que emerge con honestidad desde la raíz popular y que se aproxima con decisión al espíritu del socialismo democrático: la de Jeannette Jara. Aunque su origen está en el Partido Comunista, ha expresado una voluntad genuina de diálogo y unidad con la centroizquierda —con esa alianza histórica que conformaron PPDs, socialistas, Radicales, Liberales y Democratacristianos, y que construyó buena parte del país que hoy conocemos.
Porque hay una historia que vale la pena recordar: los años en que, tras la noche larga de la dictadura, Patricio Aylwin nos enseñó a reconciliarnos con la democracia, Eduardo Frei impulsó la modernización del Estado, y Ricardo Lagos nos hizo creer que Chile podía caminar con dignidad entre las naciones del mundo.
Y luego vino Michelle Bachelet, que nos recordó que el desarrollo sin justicia social es solo una promesa vacía. Ella fue quien puso el acento en que la igualdad debía dejar de ser un ideal lejano y convertirse en un derecho concreto para quienes más lo necesitan. Avanzó en educación gratuita, en derechos de las mujeres, en salud pública, y en una mirada más inclusiva del país.
Ese espíritu transformador, profundamente político y profundamente humano, sigue siendo necesario. Hoy más que nunca. Porque el Estado mantiene un rol insustituible en la conducción del desarrollo, pero también porque debemos atrevernos a confiar más en la creatividad y el empuje del mundo privado, especialmente de las pequeñas y medianas empresas.
Ahí vuelve a cobrar sentido la CORFO, que alguna vez fue sinónimo de industrialización y futuro. Ese organismo necesita renovarse, abrazar los desafíos de una economía global marcada por la inteligencia artificial, la automatización y la transición ecológica.
Es tiempo de volver a creer. En la política con mayúscula. En el diálogo, en la unidad y en la capacidad del Estado de servir con eficiencia y transparencia. La historia ya nos demostró que los grandes cambios son posibles cuando se juntan ideas, coraje y sentido de país.
Nolberto Salinas R.