“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna” (Jn 6,68)
Nos hemos reunido los obispos de la Conferencia
Episcopal de Chile y administradores apostólicos en una asamblea plenaria
extraordinaria, para abordar la situación que vive la Iglesia Católica en el
país, particularmente a raíz de los graves casos de abuso cometidos por
personal consagrado.
En estos meses
hemos tenido oportunidad de dialogar, primero en las diócesis, luego con los
equipos diocesanos del país, y ahora como Conferencia Episcopal, acerca de la
Carta del papa Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Chile, de los
nuevos acontecimientos tras nuestro encuentro con el Santo Padre en Roma y de los
caminos a seguir en esta hora decisiva en la vida de la Iglesia. Los últimos
tres días hemos estado acompañados por los vicarios de Pastoral de las
diócesis, por algunos directivos de CONFERRE y congregaciones religiosas, por
diáconos, laicas y laicos colaboradores en los servicios nacionales del
Episcopado.
Después de este
tiempo de escucha, oración y discernimiento, intentando, como señaló el Papa,
“poner a Jesús en el centro” y “mirar de frente, asumir y sufrir el conflicto”,
queremos reconocer humildemente que hemos fallado a nuestro deber de pastores
al no escuchar, creer, atender o acompañar a las víctimas de graves pecados e
injusticias cometidas por sacerdotes y religiosos. A veces no reaccionamos a
tiempo ante los dolorosos “abusos sexuales, de poder y de autoridad” y, por
ello, pedimos perdón en primer lugar a las víctimas y sobrevivientes.
En esta hora
queremos expresar también nuestro arrepentimiento ante quienes han acompañado a
las víctimas, a sus familias, a quienes han realizado responsablemente
esfuerzos por buscar la verdad, la justicia, la reparación y la purificación, y
a los cientos de consagrados y laicos que diariamente dan testimonio del amor,
la misericordia y la redención de Cristo y que se ven afectados en su
ministerio por causa de los errores, pecados y delitos cometidos. En especial,
reconocemos que no siempre supimos acoger en todas las instancias eclesiales
las orientaciones del Consejo Nacional de Prevención para abordar oportunamente
los casos de abuso sexual. Nuestras faltas u omisiones han causado dolor y
perplejidad, han afectado la comunión eclesial y han dificultado la conversión
y minado la esperanza.
De ningún modo
hemos querido causar ni agravar el daño producido, pero, mirado en una
perspectiva del tiempo, algunos de nosotros pudimos ser más activos y atentos
al dolor sufrido por las víctimas, familiares y la comunidad eclesial.
A partir del
discernimiento realizado estos días, queremos dar a conocer las siguientes
decisiones y compromisos.
DECISIONES
1. Incluiremos
un Anexo a las Líneas Guía “Cuidado y Esperanza”, norma que rige a todas las
diócesis del país, relativo a la plena voluntad de colaborar con el Ministerio
Público en la entrega de los antecedentes sobre abuso sexual a menores de edad,
resguardando los nombres de denunciantes y víctimas que expresamente soliciten
reserva de su identidad. El texto de dicho anexo se dará a conocer apenas se
formalice el acuerdo de colaboración con la Fiscalía Nacional que trabaja un
equipo jurídico en representación de la Conferencia Episcopal de Chile.
2. A contar de esta fecha, daremos a conocer públicamente toda
investigación previa sobre presunto abuso sexual de menores de edad realizada
en nuestras jurisdicciones. Lo mismo solicitamos a los superiores de
congregaciones religiosas.
3. La
Conferencia Episcopal de Chile nombra a la abogada Ana María Celis Brunet
Presidenta del Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento de
Víctimas.
4. Se aprueban
nuevas atribuciones y competencias al Consejo Nacional de Prevención de Abusos
y Acompañamiento de Víctimas:
a. En adelante
dará seguimiento a la implementación de las Líneas Guía “Cuidado y Esperanza”
en las diócesis, tanto en la recepción de denuncias, el acompañamiento a
víctimas, en las medidas de prevención y la adecuada formación de los agentes
pastorales.
b. Recabará
información actualizada sobre la cantidad de investigaciones previas y procesos
penales en curso en nuestro país.
c. Se crea un
Departamento de Prevención de Abusos para ejecutar las orientaciones del
Consejo Nacional. Su directora ejecutiva será Pilar Ramírez Rodríguez.
d. Se faculta a
dicho Departamento para recibir denuncias sobre abusos conforme la normativa
canónica, facultad que no anula ni suprime las instancias propias de las
diócesis e institutos de vida consagrada.
e. En el sitio
web del Consejo www.iglesia.cl/prevenirabusos se repondrán los nombres de
clérigos con sentencias definitivas civiles y canónicas por abuso de menores de
edad.
COMPROMISOS
1. Nos
comprometemos a incrementar nuestra disponibilidad para encontrarnos
personalmente, cada obispo, con víctimas de abusos cometidos por clérigos de
nuestras jurisdicciones que estén dispuestas a hacerlo, para acogerles,
escucharles y ponernos, junto a nuestros equipos de acogida, a su disposición
para todo cuanto ayude a sanar las heridas. Este mismo signo solicitamos a los
superiores de institutos de vida consagrada.
2. Considerando
que el reconocimiento, la verdad y la justicia son siempre los primeros pasos
hacia la reparación, nos comprometemos con la ayuda del Consejo Nacional de
Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas, a buscar criterios comunes
en los procesos de reparación hacia las víctimas de abuso.
3. Nos
comprometemos a seguir promoviendo la formación permanente en prevención de
abusos de todo el personal consagrado y agentes pastorales de las diócesis, y
la acreditación de formadores. Esto mismo estamos solicitando a los institutos
de vida consagrada y, particularmente, a los responsables de las instancias educativas
de la Iglesia.
4. Nos
comprometeremos a elaborar e implementar un protocolo de buen trato que buscará
fomentar relaciones basadas en el respeto por la dignidad de la persona, en
ambientes parroquiales, comunitarios y educativos, especialmente dirigido a
quienes ejercen cargos de autoridad, responsabilidades directivas y a quienes
atienden a personas. Asimismo, elaboraremos un código de comportamiento para
los ministros ordenados. Ambos instrumentos se darán a conocer en abril de
2019.
5. Acogiendo el
llamado del Papa, nos comprometemos a promover intensamente la participación de
laicos y laicas en instancias eclesiales generando ambientes de sinceridad,
franqueza y crítica constructiva junto a los consagrados, en una experiencia
comunitaria como “pueblo de Dios”.
6. Nos
comprometemos a hacer una mirada autocrítica de los aspectos estructurales de
nuestras diócesis que permitieron la ocurrencia y perpetuación del abuso en la
iglesia para que estos hechos nunca más se vuelvan a repetir. En este contexto,
impulsaremos la renovación permanente en los consejos y equipos de gestión y
conducción pastoral a nivel diocesano y parroquial con especial acento en la
participación de la mujer, sobre todo en las instancias de toma de decisiones.
Valoramos la voluntad
de estudiar los plazos de prescripción legal de los diversos delitos de abuso
sexual de menores contenidos en la legislación estatal, de manera que el paso
del tiempo no inhiba la posibilidad de sancionar tales ilícitos y de proceder a
los procesos de reparación en sus diversos aspectos.
Sabemos que las
decisiones y compromisos a corto y mediano plazo que hoy hemos anunciado, no
solucionan, por sí solos, el dramático flagelo del abuso en nuestra Iglesia, y
las complejas causas y raíces del mismo.
A cada obispo y
superior religioso corresponde enmendar, perfeccionar y dar las adecuadas
garantías, respecto de sus jurisdicciones. A todos los bautizados y bautizadas
que conformamos el pueblo de Dios nos corresponde ejercer nuestra
corresponsabilidad en la misión de la Iglesia, con una actitud adulta y crítica
en la construcción del tejido comunitario.
Del mismo modo,
las instancias del Estado, judiciales, políticas y sociales, están también
llamadas a cumplir, desde cada uno de sus ámbitos, la misión de velar por el
cuidado de niños, niñas y adolescentes y de buscar legislaciones más adecuadas
para castigar el abuso y promover su prevención. Desde la Iglesia, cuentan con
toda nuestra disposición.
Queremos
expresar nuestra cercanía a todos los hombres y mujeres laicos, religiosas y
religiosos, diáconos y sacerdotes que viven la conmoción por estos graves y
contradictorios episodios y, desde el sufrimiento compartido, no han dejado de
anunciar su fe en Cristo ni de servir a los demás en la comunión de la Iglesia.
Encomendamos
estos propósitos a la Virgen María que, aun con el sufrimiento junto a su Hijo
crucificado, supo acompañar a los discípulos y reanimarlos en la esperanza y en
la certeza de que Cristo Resucitado es el centro de nuestra vida y la fuente de
nuestra misión.
LOS OBISPOS DE
LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
Punta de Tralca,
3 de agosto de 2018.